La caña deshojada sobre un cementerio de abejas y coleopteros enmudecidos,
una larga hilera de noches derrumbadas a la sombra de los días enclaustrados...
Hubo una pista,
una bala tierna y parturienta de una muerte desgraciada,
el infanticidio de la selva hubo que aceptarlo como una herida
y no tuvimos más hombres para cortar como tallos ni más mujeres para sembrar como piedras indelebles del camino...
¿Puedo, por favor, llorar de rabia y por olvido?,
¿puedo entonces, si mi país se apaga como crepúsculo,
desear otro otoño aún en medio de esta intensa primavera de crespones y medias astas...?
¡Ah desconsuelo!, ¡cuanta patria, cuanto suelo divido!,
si los niños se apilan en las fuentes clandestinas con sus ojos vaciados
y las esteras sobre el suelo mecen a los muertos olvidados,
¿qué sentido tienen los senderos?,
¿que importancia tiene un día?.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario