Cuando atardece
me preparo para caer
deshojado y macilento
hasta el suelo caudaloso
de la tierra que oscurece
Voy llorando inconsolable
muerto al fin de la hojarasca
seca y cruda del invierno
que adormece los cimientos
del otoño y su floresta.
Llego hasta el limo,
al barro coloquial de los batracios,
al suelo residual de los cipreses,
a la carne muerta de las mieses.
Cuando atardece
siento al fin que estoy ya muerto
sepultado por la espera
sigilosa de las velas.
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