miércoles, mayo 03, 2006

A Colombia

La caña deshojada sobre un cementerio de abejas y coleopteros enmudecidos, una larga hilera de noches derrumbadas a la sombra de los días enclaustrados... Hubo una pista, una bala tierna y parturienta de una muerte desgraciada, el infanticidio de la selva hubo que aceptarlo como una herida y no tuvimos más hombres para cortar como tallos ni más mujeres para sembrar como piedras indelebles del camino...
¿Puedo, por favor, llorar de rabia y por olvido?, ¿puedo entonces, si mi país se apaga como crepúsculo,desear otro otoño aún en medio de esta intensa primavera de crespones y medias astas...? ¡Ah desconsuelo!, ¡cuanta patria, cuanto suelo divido!, si los niños se apilan en las fuentes clandestinas con sus ojos vaciados y las esteras sobre el suelo mecen a los muertos olvidados, ¿qué sentido tienen los senderos?, ¿que importancia tiene un día?.

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